Jugando con mercurio
Todas las lámparas fluorescentes o CFL incluyen pequeñas cantidades de mercurio (según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, EPA, una media de 5 mg; y 4 mg de media, según el programa Energy Star). El mercurio es una sustancia especialmente peligrosa para la salud animal y humana, responsable de lesiones en riñones, cerebro y sistema nervioso, especialmente peligroso en mujeres embarazadas, al poder causar daños neurológicos irreparables en el feto.

Pese a la pequeña cantidad de mercurio depositada en cada bombilla de bajo consumo, su uso masivo, debido a su menor consumo y emisiones y a una mayor duración, presenta un riesgo medioambiental distinto al de las lámparas incandescentes, cuya poca eficiencia hace mandatoria su sustitución progresiva: el de la contaminación con mercurio del agua y el ambiente, si las bombillas no son desechadas de manera selectiva en todo el mundo.
Pero otra tecnología promete, al menos, un ahorro económico y en emisiones equivalente al de las bombillas CFL, aunque un menor impacto total, si se tiene en cuenta todo su ciclo de vida, desde su producción hasta el coste de su reciclado, con la ventaja de no incluir mercurio en su interior: las luces LED (con diodos emisores de luz), tecnología hasta ahora marginal, son la gran apuesta para los próximos años del sector de la iluminación.
Saludos, Estudio Zero.
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