Los diodos emisores de luz, o LED, pueden ser la tecnología más adecuada para iluminar el mundo, ya que las bombillas de bajo consumo más empleadas hasta ahora, las fluorescentes (CFL en sus siglas en inglés), incorporan mercurio en su interior, una sustancia peligrosa, sobre todo si se entra en contacto continuado con ella. Un estudio sobre el ciclo de vida de las tecnologías de iluminación existentes dan también la razón a las bombillas LED en consumo energético, duración y emisiones totales.
La tecnología LED está extendida en varias aplicaciones cotidianas debido a su bajo consumo, fiabilidad y duración, ya sea en indicadores de aparatos eléctricos y electrónicos, en salpicaderos y faros de automóvil, en señales de tráfico o, cada vez más, también espacios iluminados.
Cambiar las bombillas, ¿una chorrada? Los números no dicen lo mismo
La iluminación artificial es responsable del 19% del consumo global de electricidad, que equivale al 2,4% del consumo mundial de toda la energía primaria empleada. El 70% de la energía usada para la iluminación artificial es consumida por bombillas para las que ya hay alternativas más eficientes. Dicho de otro modo: la mayoría de bombillas usadas en el mundo son incandescentes, las "de toda la vida".
La iluminación artificial supone una parte considerable de toda la electricidad consumida en el mundo. En hogares y oficinas, entre un 20% y un 50% de la electricidad en uso es destinada a la iluminación.
El coste económico de la iluminación, tanto oficinas como residencias y espacios públicos, es sustancial. Una bombilla incandescente de 100 vatios usada 6 horas diarias (0,12 kWh) puede costar 17 euros (25 dólares) al año.
Gobiernos de todo el mundo han entendido que una decisión tan modesta como incentivar o directamente prohibir la venta de las bombillas incandescentes supone un ahorro instantáneo en el uso de energía, así como una disminución de las emisiones de CO2.
Desde septiembre de 2009, la Unión Europea ha prohibido la venta de bombillas incandescentes de más de 80 vatios en los 27 países que la conforman, mientras en 2010 llegará el turno de las incandescentes de más de 65 vatios, hasta la completa desaparición de este tipo de bombillas, a mediados de esta década.
Medidas similares han sido anunciadas en Estados Unidos entre 2012 y 2014; además de Brasil, Venezuela, Australia, Suiza, Argentina, Rusia y Canadá. Una lista que pronto será ampliada.
Hasta ahora, las bombillas fluorescentes, o CFL, con un uso extendido desde hace décadas, más caras y mucho más eficientes que las incandescentes, han sido la principal apuesta para sustituir a las viejas bombillas con filamento. Al fin y al cabo, una lámpara CFL ahorra un 80% de energía para producir la intensidad lumínica de una incandescente. La bombilla compacta fluorescente también durará 10 veces más.
Pero, además de intensidad de la luz, consumo y duración, las bombillas tienen decenas de otras características, tales como la calidez, el tono y color de la luz, la rapidez y consistencia de su intensidad lumínica.
Saludos, Estudio Zero.